domingo, 9 de octubre de 2016

Cómo aterrizar en un cometa

 Hablando en general, las misiones espaciales se ubican dentro de una de tres categorías: difíciles, más difíciles y ridículamente difíciles.
Los sobrevuelo son difíciles. Una nave espacial viaja cientos de millones de kilómetros a través del oscuro vacío del espacio, divisa un planeta o luna distante y lo sobrevuela a una velocidad que varía desde 32.190 a 48.280 kilómetros por hora (de 20.000 a 30.000 millas por hora), tomando fotografías de manera frenética durante un encuentro dolorosamente breve.
Ingresar en órbitaes más difícil. En vez de sobrevolar un objetivo, la nave espacial que se acerca a él frena y cambia su velocidad lo suficiente como para lograr girar alrededor del planeta. Un movimiento equivocado y la nave espacial vagará por la atmósfera, transformándose así en un meteoro accidental.
Pero aterrizar es ridículamente difícil. Simplemente juegue al video de la NASA llamado “Seven Minutes of Terror” (“Siete minutos de terror”, en idioma español). Observar a Curiosity (Curiosidad, en idioma español) lanzarse en un paracaídas, impulsarse hacia atrás mediante retrocohetes y concretar su camino hacia la superficie de Marte ayudándose con una grúa raramente deja de hacer poner la piel de gallina. Desde el comienzo de la Era Espacial, las agencias espaciales de la Tierra han tenido éxito en aterrizar solamente en seis cuerpos del universo: Venus, Marte, la Luna, Titán y los asteroides 433 Eros e Itokawa.
Rosetta dejará caer el módulo de descenso Philae desde una altura de 22 kilómetros a medida que el cometa rote libremente debajo de él. No habrá un direccionamiento activo durante el lento descenso.
“A diferencia de los anteriores aterrizajes, donde ya se había hecho un reconocimiento (en Marte, por ejemplo, confeccionamos mapas del planeta con bastante anticipación), Rosetta apenas comenzó a conocer su objetivo hace un par de meses”, explica Claudia Alexander, una científica de proyecto para el Proyecto Rosetta Estadounidense. “Esto presenta un riesgo mucho mayor”.
Rosetta llegó a 67P el 6 de agosto de 2014. Lo que descubrió fue impactante. El núcleo del cometa tiene una forma extraña (un observador lo comparó con un “exponente raro de circo”), está dominado por un par de áreas de un kilómetro de ancho unidas por un “cuello” con rocas. No sería fácil elegir un sitio para el aterrizaje.

El hidrógeno lunar es más abundante en las pendientes orientadas hacia el polo de la Luna

Los viajes espaciales pueden ser difíciles y caros; costaría miles de dólares lanzar una botella de agua hacia la Luna. El reciente descubrimiento de moléculas con hidrógeno, que posiblemente incluyen al agua, en la Luna ha emocionado a los exploradores porque se podría extraer estos depósitos si son lo suficientemente abundantes, ahorrando así el considerable gasto de llevar agua desde la Tierra. El agua de la Luna se podría usar para beber o sus componentes (hidrógeno y oxígeno) se podrían emplear con el fin de fabricar productos importantes en la superficie, los cuales serán necesarios para los futuros visitantes de la Luna, como el combustible para cohetes y el aire apto para respirar.

Las observaciones recientes que llevó a cabo la nave espacial denominada Orbitador de Reconocimiento Lunar (Lunar Reconnaissance Orbiter o LRO, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, indican que estos depósitos pueden ser levemente más abundantes en las pendientes de los cráteres del hemisferio sur que están orientadas hacia el polo sur de la Luna. “Hay un promedio de aproximadamente 23 partes por millón en peso más de hidrógeno en las pendientes que están orientadas hacia el polo (Pole-Facing Slopes o PFS, por su sigla en idioma inglés) que en las que están orientadas hacia el ecuador (Equator-Facing Slopes o EFS, por su sigla en idioma inglés)”, afirmó Timothy McClanahan, del Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center o GSFC, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, ubicado en Greenbelt, Maryland.
Esta es la primera vez que se ha detectado una amplia diferencia geoquímica en la abundancia de hidrógeno entre las pendientes orientadas hacia el polo y las pendientes orientadas hacia el ecuador de la Luna. Es igual a una diferencia del uno por ciento en la señal de neutrones detectada por el instrumento denominado Detector de Neutrones en la Exploración Lunar (Lunar Exploration Neutron Detector o LEND, por su acrónimo en idioma inglés). McClanahan es el autor principal de un artículo sobre esta investigación publicada en la versión en línea de la revista Icarus el 19 de octubre.
El material que contiene hidrógeno es volátil (se evapora con facilidad) y puede encontrarse en forma de moléculas de agua (dos átomos de hidrógeno ligados a un átomo de oxígeno) o de moléculas de ión oxidrilo (un oxígeno ligado a un hidrógeno) que están poco unidas a la superficie lunar. La causa de la discrepancia entre las PFS y las EFS puede ser similar a la manera en la cual el Sol moviliza o redistribuye el agua congelada desde los lugares más templados hacia los más fríos sobre la superficie de la Tierra, según McClanahan.
“Aquí, en el hemisferio norte, si sales en un día soleado después de una nevada, verás que hay más nieve en las pendientes orientadas hacia el norte porque pierden agua a ritmos más lentos que las pendientes orientadas al sur, las cuales están más iluminadas por el Sol”, dijo McClanahan. “Pensamos que se produce un fenómeno similar con los materiales volátiles en la Luna: las pendientes orientadas hacia el polo no reciben tanta luz solar como las orientadas hacia el ecuador, así que este material que se evapora fácilmente permanece más tiempo y posiblemente se acumula en más cantidad en las pendientes orientadas hacia el polo”.

El polvo del desierto alimenta los bosques amazónicos

El desierto del Sahara es uno de los climas más inhóspitos de la Tierra. Sus áridas mesetas, sus picos rocosos y sus arenas en constante movimiento envuelven una tercera parte del norte de África, que tiene muy poca lluvia, vegetación y vida.
Mientras tanto, del otro lado del océano Atlántico, prospera el bosque lluvioso más grande del mundo. La exuberante y vibrante cuenca amazónica, situada en el noreste de América del Sur, posee una amplia red de inigualable diversidad ecológica.
Entonces, ¿qué tienen en común estos climas aparentemente tan diferentes? Están íntimamente conectados por un río de polvo atmosférico intermitente de casi 17.000 kilómetros (10.000 millas) de longitud.
Cada año, intensos vientos del Sahara envían enormes nubes de polvo en un viaje transatlántico hacia la cuenca del Amazonas. Este polvo, en gran parte originario del lecho de un antiguo lago en Chad, es rico en fósforo. Cuando llega al bosque lluvioso, los restos de los organismos del Sahara muertos hace mucho tiempo proporcionan nutrientes cruciales para la flora viva del bosque lluvioso. El fósforo, que es esencial para el crecimiento de las plantas, escasea en el Amazonas. El polvo del desierto que se deposita en el bosque cada año ayuda a reducir este déficit.
Investigadores de la NASA estudian este polvoriento vínculo entre el Amazonas y el Sahara con el propósito de entender cómo funciona y cómo puede verse afectado por el cambio climático.
“Sabemos que el polvo es muy importante en muchos aspectos complejos”, dice Hongbin Yu, un científico atmosférico de la Universidad de Maryland, quien trabaja en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés), de la NASA, ubicado en Greenbelt, Maryland. “El polvo afecta al clima y, al mismo tiempo, el cambio climático afecta al polvo”.
“Como investigadores”, añade, “nos hacemos dos preguntas básicas: ‘¿Cuánto polvo se transporta? y ¿Cómo afecta el cambio climático a la cantidad de polvo que viaja a través del Atlántico?’”.
Los datos obtenidos mediante el satélite CALIPSO, de la NASA, el cual fue lanzado en el año 2006, pueden proporcionar las respuestas. Por primera vez, CALIPSO ha cuantificado la cantidad de polvo que realiza el viaje transcontinental; y los números son impresionantes: de las 182 millones de toneladas de polvo (o una cantidad equivalente a casi 700.000 camiones) que abandonan el Sahara cada año, 27,7 millones de toneladas, o el 15% del total, se encuentran dispersas en la cuenca del Amazonas.
CALIPSO, que es la sigla en idioma inglés de “Observaciones de nubes y aerosoles mediante los satélites LIDAR y Pathfinder con sensor infrarrojo” (Cloud-Aerosol Lidar and Infrared Pathfinder satellite observation), utiliza un telémetro láser o LIDAR para analizar la atmósfera de la Tierra y conocer de este modo la distribución vertical del polvo y de otros aerosoles. Rastrea de manera regular el penacho de polvo que viaja desde el Sahara hasta el Amazonas.
Una de las cosas que CALIPSO ha revelado es la variabilidad de la conexión, que ha cambiado hasta alcanzar un 86 por ciento entre 2007 y 2011. ¿Por qué? La respuesta podría estar en el Sahel, que es la larga franja de tierras semiáridas ubicadas en la frontera sur del Sahara. Yu y sus colegas han encontrado una conexión posible entre las lluvias en el Sahel y la cantidad de polvo que se desplaza sobre el Atlántico. Cuanto mayor es la lluvia en el Sahel, menor es el volumen de polvo.

El misterio de las “nanollamaradas”

Cuando se agrega el prefijo “nano” a algo, generalmente significa “muy pequeño”. Pero las llamaradas solares parecen ser la excepción.
Investigadores están estudiando un tipo de explosión que se produce en el Sol, llamada “nanollamarada”. Aunque son mil millones de veces menos energéticas que las llamaradas comunes, las nanollamaradas tienen un poder que se contradice con su nombre.
“Una ‘nanollamarada’ típica tiene la misma energía que 240 megatones de TNT”, dice el físico David Smith, de la Universidad de California, Santa Cruz. “Eso sería similar a 10.000 bombas de fisión atómica”.
El Sol puede pasar días, semanas o incluso meses sin producir una llamarada solar común. Las nanollamaradas, por otro lado, crepitan en el Sol casi sin parar.
“Vistas a longitudes de onda del ultravioleta extremo y de rayos X, parecen pequeños puntos luminosos en la superficie solar”, continúa Smith. “Las primeras observaciones de este fenómeno se remontan a la estación Skylab, en la década de 1970”.
El implacable crepitar de las nanollamaradas podría resolver un misterio de larga data en el campo de la física solar: ¿Qué provoca que la corona del Sol esté tan caliente?
Imagine estar parado frente a una ardiente fogata. Sienta el calor de las llamas. Ahora, retírese. ¿No siente tanto calor, verdad?
Pero así no funciona eso en el Sol. La superficie visible del Sol tiene una temperatura de 5500 °C. Apartarse un poco de la superficie debería dar cierto respiro. En cambio, la atmósfera superior del Sol, conocida como la “corona solar”, crepita a un millón de grados (una temperatura que es casi 200 veces más alta que la de la ardiente superficie que está debajo).
Durante más de medio siglo, los astrónomos han intentado descubrir qué es lo que causa que la corona esté tan caliente. Aproximadamente una vez al año, aparece un comunicado de prensa que pretende resolver el misterio; pero es refutado por otra teoría alrededor de un año más tarde. Se trata de uno de los problemas más engorrosos de la astrofísica.

Cassini, de la NASA, y VLBA, del NSF, ubican a Saturno con una impresionante precisión

Científicos han combinado la nave espacial Cassini, de la NASA, con el sistema de radiotelescopios llamado Very Long Baseline Array (VLBA, por su sigla en idioma inglés), de la Fundación Nacional de Ciencia, con el fin de ubicar la posición de Saturno y su familia de lunas con una precisión de aproximadamente 4 kilómetros (2 millas). La medición es alrededor de 50 veces más precisa que las que aportan los telescopios ópticos en tierra. Este logro mejora el conocimiento que tienen los astrónomos de la órbita de Saturno y beneficia tanto a la navegación de las naves espaciales como a las investigaciones físicas básicas.
El equipo de investigadores utilizó el VLBA (un conjunto gigante de antenas de radiotelescopios ubicadas desde Hawái hasta las Islas Vírgenes) con el fin de ubicar la posición de Cassini cuando orbitó Saturno durante la última década; y lo hizo mediante la señal enviada por el radiotransmisor de la nave espacial. Ellos combinaron estos datos con la información sobre la órbita de Cassini que proporcionó la Red del Espacio Profundo (Deep Space Network, en idioma inglés), de la NASA. Las observaciones combinadas permitieron a los científicos realizar las determinaciones más precisas que se han obtenido hasta el momento de la posición del centro de masa, o baricentro, de Saturno y de sus numerosas lunas.
El equipo que realizó el estudio incluyó a investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, ubicado en Pasadena, California, y del Observatorio Nacional de Radioastronomía (National Radio Astronomy Observatory, o NRAO, por su sigla en idioma inglés), situado en Socorro, Nuevo México. Hoy, los científicos presentan los resultados de su trabajo en la reunión de la Sociedad Astronómica Estadounidense (American Astronomical Society, en idioma inglés), que se llevará a cabo en Seattle.
La nueva medición se pudo concretar gracias a dos factores: la prolongada presencia de Cassini en el sistema de Saturno y la capacidad del VLBA para discernir con extremo detalle. El resultado es una tabla absolutamente mejorada de las posiciones predichas de los objetos en el sistema de Saturno, conocida como efemérides, la cual es una de las herramientas básicas de la astronomía.

Buscando garrapatas vía satélite

 Usualmente, encontrar una garrapata implica un examen personal muy aprensivo: frotar las yemas de los dedos cuidadosamente sobre todo el cuero cabelludo, rastrear meticulosamente el cuerpo y gruñir con un "uyyy" si se halla uno de los pequeños bichos que chupan la sangre.
Ahora, hay una nueva manera de hallar a estos molestos bichos que están cargados de enfermedades... ¡vía satélite!
Los estudiantes graduados de la Universidad de Alabama, en Birmingham, Nathan Renneboog y Stephen Firsing son pioneros en la utilización de esta nueva técnica, que forma parte del programa DEVELOP (Desarrollo, en idioma español), de la NASA. Ellos han estado usando imágenes de satélite del Bosque Nacional Talladega, de Alabama, con el fin de revelar aquellas zonas del bosque donde existe mayor probabilidad de que prosperen las garrapatas.
Es importante conocer el paradero de las garrapatas ya que éstas son capaces de dejarnos visitantes muy desagradables en el torrente circulatorio: toxinas y organismos que causan la rickettsiosis exantemática, el exantema asociado con las garrapatas en el Sur de Estados Unidos y la enfermedad de Lyme.
"Nuestra meta fue identificar aquellas zonas donde existe un alto riesgo de que se produzcan estas enfermedades", explica Renneboog. "Sabemos que las garrapatas prefieren las áreas húmedas con mucha vegetación, de modo que quisimos confeccionar un mapa de dichas áreas".
Entre los anfitriones de las garrapatas se encuentran los venados de cola blanca, los ratones de patas blancas y usted. Merodeando como si fueran vampiros en miniatura, las garrapatas esperan a alguno de estos transeúntes desprevenidos para atacar. Si no beben sangre, las garrapatas mueren. La saliva de algunas de ellas contiene un anticoagulante, el cual hace que sea más fácil para ellas alimentarse. La saliva puede contener además neurotoxinas que sirven para no sentir dolor mientras la garrapata hunde su mordaz boca en la piel y disfruta de una merienda a costa suya.

Misterioso colapso de la atmósfera superior de la Tierra

 Investigadores, financiados por la NASA, están monitorizando un evento importante en la atmósfera de nuestro planeta. A gran altitud sobre la superficie de la Tierra, en el sitio donde la atmósfera se encuentra con el espacio, una capa de gas enrarecido, llamada "termósfera", colapsó recientemente y está ahora rebotando nuevamente.
"Esta es la contracción más pronunciada de la termósfera en, al menos, 43 años", dice John Emmert, del Laboratorio de Investigación Naval, quien es el autor principal de un artículo que anunció el hallazgo, en la edición del 19 de junio deGeophysical Research Letters (GRL o Cartas de Investigación en Geofísica, en idioma en español). "Esto constituye un récord de la Era Espacial".
El colapso ocurrió durante el profundo mínimo solar que tuvo lugar en 2008–2009 (un hecho que por sí solo no sorprende a los científicos). La termósfera siempre se enfría y se contrae cuando hay poca actividad solar. En esta ocasión, sin embargo, la magnitud del colapso fue de dos a tres veces mayor de lo que podría atribuirse a la baja actividad solar.
"Está ocurriendo algo que no entendemos", dice Emmert.
El rango de altura de la termósfera varía desde los 90 km hasta más allá de los 600 km. Es el dominio de los meteoros, de las auroras y de los satélites que pasan rozando la termósfera en su recorrido alrededor de la Tierra. También es donde la radiación solar hace el primer contacto con nuestro planeta. La termósfera intercepta los fotones del ultravioleta extremo (UVE) del Sol antes de que alcancen el suelo. Cuando la actividad solar es alta, el UVE solar calienta la termósfera, causando de ese modo que se infle como un malvavisco sostenido sobre una fogata. (Este calentamiento puede hacer que las temperaturas suban hasta los 1400 K —de allí el nombre termósfera.) Cuando la actividad solar es baja, ocurre lo opuesto.
Recientemente, la actividad solar ha sido muy baja. En 2008 y 2009, el Sol se adentró en un mínimo solar como los que ocurren solamente una vez cada siglo. Se presentaron pocas manchas solares, casi no se produjeron erupciones solares y la radiación UVE del Sol estuvo en un nivel muy bajo. Los investigadores inmediatamente dirigieron su atención a la termósfera para ver qué ocurriría.

Temblores espaciales retumban en la cercanía de la Tierra

Utilizando la flota de cinco naves espaciales Themis, de la NASA, los investigadores han descubierto un fenómeno relacionado con el tiempo en el espacio que tiene la potencia de un terremoto y desempeña un papel importante en el proceso de hacer resplandecer las auroras boreales. Lo llaman "temblor espacial".
Un temblor espacial es un temblor que tiene lugar en el campo magnético de la Tierra. Se puede detectar principalmente en la órbita terrestre, pero no se limita al espacio exterior. Los efectos pueden incluso alcanzar la superficie de la Tierra
"Se han detectado reverberaciones magnéticas en estaciones terrestres de todo el mundo, de una manera similar en la cual los detectores sísmicos registran un gran terremoto", dice el investigador que lidera el proyecto Themis, Vassilis Angelopoulos, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por su sigla en idioma inglés).
Ésta es una buena analogía porque "la energía total de un temblor espacial puede compararse con la de un terremoto de magnitud 5 o 6", según Evgeny Panov, del Instituto de Invesgitación Espacial, en Austria. Panov es uno de los autores principales de un artículo de investigación que anunció estos resultados en la edición de abril de 2010 de Geophysical Research Letters (Cartas de Investigación en Geofísica o GRL, por su sigla en idioma inglés).
En el año 2007, el proyecto Themis descubrió los precursores de los temblores espaciales. El fenómeno comienza en la cola del campo magnético de la Tierra, la cual es estirada, como si fuera una manga de aire, por el viento solar que se mueve a millones de kilómetros por hora. En ocasiones, la cola puede estirarse tanto y someterse a una tensión tan grande, que cuando recobra su forma original lo hace súbitamente, como una banda elástica que experimenta una torsión excesiva. El plasma del viento solar atrapado en la cola se precipita hacia la Tierra. En más de un evento, las cinco naves del proyecto Themis se encontraron en la línea de fuego cuando uno de estos "chorros de plasma" barrió la región. Claramente, los chorros iban a hacer contacto con la Tierra. ¿Qué ocurriría entonces? Para averiguarlo, la flota de naves espaciales se desplazó más cerca de nuestro planeta.

"Ahora lo sabemos", dice David Sibeck, el científico que es integrante del proyecto Themis, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales. "Los chorros de plasma causan temblores espaciales".

Un satélite de la NASA estudiará la humedad del suelo de la Tierra

Un nuevo satélite de la NASA, que estudiará la capa superior del suelo de la Tierra para medir el agua que yace oculta, y que tiene influencia sobre las condiciones del tiempo y el clima, está en sus etapas finales de preparación ya que será lanzado el 29 de enero, al amanecer, desde California.
La misión llamada “Instrumento Activo – Pasivo para la Detección de la Humedad del Suelo” (Soil Moisture Active Passiveo SMAP, por su acrónimo en idioma inglés) registrará el pulso de una medición clave del agua de nuestro planeta: cómo el agua dulce experimenta ciclos sobre las superficies terrestres bajo la forma de humedad en el suelo. La misión producirá los mapas globales más exactos y de más alta resolución que jamás se han obtenido desde el espacio. Dichos mapas mostrarán la humedad presente en la capa de los suelos de la Tierra hasta una profundidad de 5 centímetros (2 pulgadas). También detectará y confeccionará mapas en el caso de que el suelo esté congelado o descongelado. Esta información será utilizada para mejorar los conocimientos de los científicos sobre los procesos que relacionan los ciclos del agua, de la energía y del carbono en la Tierra.
"Con información provista por el SMAP, científicos y responsables de la toma de decisiones sobre el tema en todo el mundo estarán mejor equipados para comprender de qué manera la Tierra funciona como un sistemay cómo la humedad del suelo tiene un impacto sobre innumerables sucesos vinculados con los seres humanos, desde las inundaciones y las sequías hasta los pronósticos meteorológicos y el rendimiento de las cosechas”, dijo Christine Bonniksen, quien ocupa un cargo ejecutivo en el programa SMAP, que pertenece a la División de Ciencias de la Tierra (Earth Science Division, en idioma inglés), del Directorio de Misiones Científicas, en las oficinas centrales de la NASA, ubicadasen Washington. “Las mediciones de la humedad del suelo en el mundo que llevará a cabo el SMAP harán posible mejorar nuestros conocimientos respecto del clima en la Tierra”.

La predicción de inundaciones

En la escala de catástrofes naturales, las inundaciones se encuentran entre las peores. Tanto por las pérdidas financieras como por las pérdidas de seres humanos, las inundaciones se ubican junto con los terremotos, los huracanes y los tsunamis. De hecho, la catástrofe más mortífera del siglo XX fue la inundación que tuvo lugar en China en el año 1931, la cual puede haber dado como resultado más de un millón de muertes.
Lamentablemente, predecir inundaciones es complicado. La predicción depende de una compleja mezcla de componentes: las lluvias, la humedad del suelo, los antecedentes recientes de precipitaciones y mucho más. El derretimiento de nieve y las tormentas repentinas también pueden contribuir para que se produzcan inundaciones inesperadas.
Gracias a la NASA, sin embargo, las predicciones están mejorando.
Ahora se encuentra disponible en línea una herramienta informática, conocida como Sistema de Monitorización Global de Inundaciones (Global Flood Monitoring System o GFMS, por su sigla en idioma inglés), que confecciona mapas de las inundaciones en todo el mundo. Los usuarios de todos los rincones del planeta pueden usar el sistema para determinar cuándo el agua de las inundaciones podría azotar sus comunidades.
“En nuestro mapa interactivo global, se puede hacer zoom en un lugar de interés para ver si la cantidad de agua que hay ya se considera como una inundación, si el agua está retrocediendo o si está subiendo”, explica Robert Adler, de la Universidad de Maryland. Adler desarrolló el sistema junto con su colega Huan Wu. “Asimismo, se puede buscar en las áreas cercanas para ver si hay lluvias río arriba, si la lluvia cesó y cómo se está moviendo el agua río abajo”.
El GFMS funciona las 24 horas del día, los 7 días de la semana (24/7), aun cuando haya nubes u otro tipo de interferencias.
“En ciertas ocasiones, nuestro sistema podría ser la única manera que tiene la gente de obtener información”, dice Adler.
El sistema funciona de esta manera:
El GFMS se basa en los datos sobre las precipitaciones que se obtienen de los satélites de observación de la Tierra, de la NASA. Originalmente, el sistema dependía del satélite denominado Misión de Medición de Lluvias Tropicales (Tropical Rainfall Measuring Mission o TRMM, por su sigla en idioma inglés). A principios de este año, el GFMS se convirtió en el nuevo satélite de Medición de las Precipitaciones Globales (Global Precipitation Measurement satellite, o GPM, por su sigla en idioma inglés). Los datos sobre la lluvia que proporciona el GPM se combinan con un modelo de la superficie terrestre que incorpora la cubierta de vegetación, el tipo de suelo y el terreno con el fin de determinar la cantidad de agua que se absorbe y la cantidad de agua que alimenta los caudales.
Los usuarios pueden ver estadísticas relacionadas con las precipitaciones, los caudales, la profundidad del agua y las inundaciones cada 3 horas, en cada uno de los recuadros de un mapa global, que abarcan 12 kilómetros. Los pronósticos para estos parámetros se extienden a 5 días. Asimismo, los usuarios pueden realizar acercamientos mayores para ver mapas de inundaciones (áreas que, se estima, estarán cubiertas de agua) con una resolución de 1 kilómetro.
Organizaciones como la Cruz Roja y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas ya están usando el GFMS antes, durante y después de las inundaciones cuando la información que se brinda desde tierra es insuficiente (lo que sucede con frecuencia).
“Ellos lo usan para saber cuándo y dónde se ha producido una inundación y para estimar su magnitud. Utilizan esa información junto con mapas de la población con el fin de orientar los esfuerzos de asistencia”.
Adler está ansioso por obtener mejoras más importantes para el sistema; cortesía del nuevo satélite GPM.
“Los avances logrados por el GPM nos permitirán estimar las inundaciones y los desprendimientos de tierra en todo el planeta con más precisión. Asimismo, la cobertura global del GPM, comparada con el enfoque de latitud tropical del TRMM, posibilitará realizar pronósticos más precisos en las latitudes medias y altas”.
Adler planea trabajar con grupos internacionales, como Global Flood Partnership, con el fin de ayudar para que el sistema se conozca.

El derretimiento oculto de Groenlandia

Más del 90 por ciento del hielo de agua dulce de nuestro planeta está unido a las enormes láminas de hielo y a los glaciares de la Antártida y de Groenlandia. A medida que las temperaturas ascienden lentamente en todo el mundo, las aguas de deshielo que provienen de estos vastos depósitos de hielo colaboran para que se produzca un aumento en el nivel del mar. Por sí sola, Groenlandia podría hacer elevar 7 metros (23 pies) el nivel del mar si su hielo se derritiera por completo.
En agosto del año 2014, Eric Rignot, un glaciólogo que trabaja en la Universidad de California, Irvine, y en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, dirigió un equipo que confeccionó mapas de acantilados de hielo ubicados en los bordes frontales de tres glaciares “emisarios” en Groenlandia. Los investigadores descubrieron cavidades que socavan la base de estos bordes protuberantes y que pueden desestabilizar el frente del hielo y aumentar los desprendimientos en los icebergs; un proceso llamado “parto”, por el cual partes del glaciar se rompen y flotan a la deriva.
“En Groenlandia, tenemos tasas de deshielo de unos pocos metros por día en los meses de verano”, dice Rignot.
¿Qué está causando este “gran deshielo”?
El equipo de Rignot descubrió que los glaciares de Groenlandia que se dirigen al océano tienen bases más profundas debajo del nivel del mar que lo que se había medido anteriormente. Esto significa que las corrientes oceánicas cálidas en las profundidades pueden cubrir las caras de los glaciares y erosionarlos.
“En las regiones polares, las capas más altas del agua del océano son frías y dulces”, explica. “El agua fría es menos efectiva para derretir el hielo”.
“El calor oceánico real se encuentra a una profundidad de 350-400 metros, y más abajo también. Esta agua cálida, salada, tiene origen subtropical y derrite el hielo mucho más rápidamente”.
El equipo de investigadores de Rignot está aportando información clave que resulta necesaria para documentar este efecto y predecir con precisión dónde y cuán rápidamente se notará en los glaciares. Día y noche, el equipo reunió y analizó mediciones relacionadas con la profundidad, la salinidad y la temperatura de las aguas de los canales y su intersección con el borde costero de la capa de hielo de Groenlandia.
Ellos descubrieron que algunos de los glaciares se balancean sobre enormes umbrales de barro que los protegen, por ahora. Pero otros glaciares están siendo seriamente socavados, sin que podamos verlos, debajo de la superficie, lo que significa que podrían colapsar y derretirse mucho más pronto.
No es fácil reunir estos datos. Por encima de las aguas turbulentas, del viento, de la lluvia y del clima frío, está el hielo mismo.
“Vinimos a estudiar glaciares que descargan en los fiordos. Y los fiordos están repletos de hielo. En algunos sitios, puede llegar a haber tanto hielo que el bote ni siquiera puede avanzar”.
Pero el hielo presenta una fascinación peculiar para Rignot. “Siempre me han interesado las regiones polares”, afirma. “Mis amigos quisieron viajar por el Caribe pero yo preferí hacerlo aquí, en estas aguas. No sé por qué. Simplemente me gustan estas regiones”.