miércoles, 7 de septiembre de 2016

Una gran ventana al universo

¡Eureka! La confirmación de la existencia de las ondas gravitacionales, enunciadas hace un siglo por el físico alemán Albert Einstein dentro de su teoría de la relatividad general, marca, sin duda, un hecho histórico para la ciencia.

Aun así, muchos siguen sin comprender la verdadera importancia de un hallazgo intangible, en un mundo cargado de pragmatismo. La verdad sea dicha, sus alcances desbordan la entelequia científica y proporcionan, a los estudiosos del universo y sus orígenes, un nuevo sentido para entenderlo.

Hasta ahora, los investigadores se relacionaban con él a través de la “vista”, toda vez que solo podían valerse de la luz, con sus ondas de radiación o electromagnéticas, entre otras. Con este hallazgo los estudiosos adquieren una especie de oído, a través del cual podrán percibir señales nuevas de lo que ocurre, o ha ocurrido, en el vasto universo, incluso desde su nacimiento.

De hecho, el 14 de septiembre los científicos de Ligo (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría de Láser, en español), que reúne a mil investigadores de 80 centros de 15 países recibieron la información de la colisión de dos agujeros negros de 36 y 29 veces la masa del Sol, ocurrida a 1.300 millones de años luz de la Tierra.

La cacería de dicha información, contenida en las ondas gravitacionales, es toda una proeza científica que constituye, según expertos y profanos, un milagro tecnológico. No es gratuito, valga decirlo, que los mejores físicos del mundo tardaron cien años en lograrlo.

El mérito es aún mayor si se tiene en cuenta que, al concretar esta tarea, Ligo pudo comprobar la última teoría de Einstein que faltaba por confirmar en la práctica.

No es exagerado decir que medir ondas gravitacionales, desde que la revista 'Physical Reviews Letter' avaló el hallazgo el jueves pasado, es explorar en los dominios de la oscuridad del universo todos los fenómenos que hasta ahora se nombraban, con base en ecuaciones.

Para el físico británico Stephen Hawking, detectar estas ondas tiene la capacidad de revolucionar toda la astronomía e incluso brindar la posibilidad de ver con naturalidad los vestigios del universo primordial, desde el mismo 'big bang' y, de paso, familiarizar al mundo con el concepto esquivo del espacio-tiempo.

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