miércoles, 7 de septiembre de 2016

¿Por qué tendremos que salir a barrer el espacio?

Para nadie es un secreto que somos la especie que más ha transformado el planeta, y que la aparición y evolución de los seres humanos han sido desfavorables para la naturaleza. El desarrollo industrial trajo consigo la explotación de recursos y generación de basura y contaminantes.
Pero lo que antes estaba restringido a la Tierra, ahora se extiende mas allá hasta llegar a distancias de miles de kilómetros sobre nuestras cabezas.

Hablo de la llamada basura espacial, de los cientos de miles de objetos y desechos que navegan por el espacio orbitando la Tierra, y que incluyen desde restos de cohetes, gotas de combustible nuclear, tornillos y piezas de satélites, hasta herramientas y el guante del astronauta Edward Whiteperdido en una misión en 1965.
Todos estos restos son producto de la era espacial que se ha desarrollado durante el último medio siglo.
Colisiones controladas de satélites en órbita para su destrucción pueden producir decenas de miles de partículas del tamaño de una bola de tenis, que se suman a ese cinturón de escombros contaminantes.
El tema ha tomado dimensiones preocupantes y se están planeando acciones para poder limpiar todos esos restos que, al viajar a miles de kilómetros por segundo, ya han generado incluso colisiones y puesto en riesgo misiones.
A diferencia de la chatarra terrestre, las miles de toneladas de basura en el espacio se mueven a velocidades que pueden llegar a los 30.000 kilómetros por hora. La Estación Espacial Internacional podría quedar destruida al encontrarse con desechos espaciales de tamaño superior a los 10 centímetros.
Se estima que cada año se gastan unos 200 millones de dólares en la práctica de maniobras para desviar los satélites activos y evitar posibles colisiones con esta basura, y el número de restos inútiles sigue aumentando exponencialmente.
La tarea para catalogar estos objetos ya ha comenzado, pero acciones que puedan limpiar nuestro vecindario espacial de la chatarra aún están lejos de ser realidad.
Entre las ideas está incluir un sistema en los nuevos satélites para que puedan regresar y ser incinerados en la atmósfera terrestre, una vez terminen su vida útil.

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