miércoles, 31 de agosto de 2016

Agua en Júpiter, prioridad para la misión Juno

Desde el 24 de junio, la sonda Juno entró en la órbita de Júpiter; lo hizo luego de un viaje de cinco años, en el que recorrió casi 3.000 millones de kilómetros (equivalentes a darle la vuelta a la Tierra alrededor del ecuador unas 72.000 veces). Con la entrada en el campo gravitacional de Júpiter, Juno hace parte, oficialmente, de la estructura más grande del Sistema Solar: la magnetósfera del más grande del gigante planetario.
Juno es la primera misión enviada a Júpiter que utiliza energía solar para alimentar todos los instrumentos y sistemas de comunicación, y se destaca por la cantidad de instrumentos que opera con tan solo 500 Watts, menos de lo que consume un secador de pelo corriente. Algo realmente impresionante.

Los paneles solares de la nave reciben menos energía una vez la sonda se va alejando del Sol; esto quiere decir que la energía recibida por dichos paneles solares es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia: por ejemplo, si tomamos a la Tierra como punto de partida, la energía que recibirá será igual a 1. Al doble de la distancia, recibirá 1/4. Si se aleja 3 veces la misma distancia, recibirá solo 1/9 de la energía inicial y así sucesivamente. Es por esto que los instrumentos deben tener una eficiencia máxima.
Los objetivos científicos de Juno se dividen en cuatro grandes temas: 1) Origen: Determinar la abundancia de agua a nivel global en Júpiter y establecer un límite máximo a la masa de su denso núcleo, con el fin de descartar o corroborar las teorías sobre su formación. 2) Interior: entender la dinámica interna a través de métodos indirectos, es decir, estudiando su campo gravitacional y magnético con gran detalle. 3) Atmósfera: mapear las variaciones en composición, temperatura, opacidad por presencia de nubes y dinámica a más de 100 veces la atmósfera terrestre en todas las latitudes. 4) Magnetósfera: caracterizar y explorar la estructura de la magnetósfera polar y las auroras polares.
Dentro de estas directrices cobra especial importancia la primera, la búsqueda y estudio de vapor de agua en la atmósfera del gigante planetario. Este será, sin duda, uno de los mayores retos de esta misión, pues, al estar el planeta compuesto principalmente de hidrógeno y helio, los dos elementos más abundantes en el Sistema Solar, el tercer elemento en abundancia, el oxígeno, estaría presente en esta molécula (dos átomos de hidrógeno por uno de oxígeno). Su estudio ayudará a los científicos a entender bajo qué condiciones y cómo se pudo haber formado el Sistema Solar hace 4.500 millones de años.

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