miércoles, 31 de agosto de 2016

55 años asomados al universo

Hace 55 años, cuando el cielo dejó de ser el límite, el hombre dio el primer paso en su aventura espacial. El cosmonauta ruso Yuri Gagarin, a bordo de la nave Vostok 1, completó una órbita a la Tierra y de esta forma la humanidad empezó la conquista del espacio exterior. No es fácil explicar la fascinación que produce la exploración, pero parece ser una impronta en los genes humanos, que cargan a la especie de una curiosidad innata.

Resulta curioso ver que en la historia las diferencias ideológicas han sido la base de grandes enfrentamientos entre países poderosos, pero esa atracción natural por lo extraorbital terrestre logró juntar a Estados Unidos y a la Unión Soviética –algo que parecía imposible– bajo el objetivo de conquistar el espacio. Sin duda, esta es la rivalidad entre naciones que más beneficios ha traído al desarrollo científico y tecnológico de la especie.

Así nació la carrera espacial, una pugna marcada por el orgullo y el nacionalismo, que tuvo su punto de partida en 1957 con la puesta en órbita del Sputnik 1, el primer satélite artificial de los soviéticos. Tras esa hazaña vinieron casi dos décadas de triunfos y fracasos: el viaje de Gagarin, el vuelo de la perrita Laika, el primer paseo espacial con Alexei Leonov y el anhelo cumplido de pisar la Luna en julio de 1969.

En 1975, el apretón de manos entre el estadounidense Thomas Sttaford y el ruso Alexei Leonov, a través de la escotilla de la nave Soyuz, 200 kilómetros arriba de sus casas, marcó el fin de esta “confrontación” y el comienzo de una era de apoyo mutuo en la conquista del espacio, que hoy tiene como único oponente la escasez de recursos.

Pero esa austeridad no ha impedido poner naves en cometas, coquetearle a Plutón en el borde del sistema solar, que el Voyager 1 recoja rayos cósmicos a 20.000 millones de kilómetros de aquí, que el día del aniversario 55 del viaje de Gagarin se lance un proyecto para enviar pequeñas naves a otros sistemas solares, como Alfa Centauri, y que muchos sectores se sigan nutriendo de los avances de esta carrera fascinante, que sigue sorprendiendo a la misma ciencia y a una humanidad curiosa por saber si hay vida en otro planeta.

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